domingo, 26 de febrero de 2012

Sobre la libertad de ideas, la libre propagación de la información y sus peligros (I)

A través de la historia humana, el saber ha ido avanzando, podría decirse que dando tumbos. Épocas donde florecía el intercambio de ideas, los genios tan numerosos que parecían salir de debajo de las rocas, los imperios se volvían ricos y poderosos y una aparente paz solía disfrutarse en el ambiente.
Pero estas épocas podría decirse que son como islas, donde el mar del conformismo, la ignorancia, el tumulto, el abuso y la oscuridad les rodea; y el hombre debido a su afán intrínseco de aventurero se adentra en las aguas, buscando y navegando siempre hacia islas nuevas y tal vez mejores.
Claro que, siguiendo con la metáfora, estos mares serían mucho más fáciles de navegar sino fuesen tan bravíos y atacasen a todo lo que pasa entre ellos.

Pero, ¿qué es mejor? ¿sumir a la población en un estado de conformismo, de aniquilación de curiosidad y creatividad; o permitir la libertad de ideas y dejar que la diversificación de pensamiento tome el rol activo, en lugar de la supresión?
Muchos, tal vez la mayoría, asegurarían que la libertad es el camino, obviamente influenciados por su bagaje cultural en donde la libertad de expresión está presente, pero este hecho es relativamente nuevo en la humanidad y hasta hace no muchos siglos la esclavitud, la omisión de ideas y la caza de “personas diferentes” eran algo absolutamente normal y que incluso muchos intelectuales de la época veían sin escandalizarse y sin reparar en ello.

Es claro que todos estamos profundamente influenciados por el tiempo y el lugar en el que vivimos, y que si hubiésemos nacido en otra parte y otro tiempo nuestras ideas serían diametralmente diferentes e incluso opuestas. En esta parte, parece que nuestra libertad en realidad está limitada por nuestro contexto, y de repente se ven muy reales esas puertas en el campo, limitándonos.

Pero, ¿realmente vivimos en una época donde la libertad de expresión es la regla y no la excepción? Nuestros medios de comunicación no son realmente libres; nuestra radio, nuestra televisión y el periódico están llenos de censura, y todos lo sabemos. Actualmente, tal vez internet sea el único medio donde la censura realmente no ha sido efectiva, aunque los intentos de aplicarla no dejen de aparecer.
Entonces, ¿si sabemos que es preferible la libertad de conocimiento e información, porque dejamos que semejantes censuras pasen casi inadvertidas? ¿Suprimen información que, muy dentro de nosotros, quisiéramos también suprimir? ¿O la cotidianeidad ha puesto una venda sobre los ojos difícil de sentir y de roer? Es difícil de dilucidar, cada persona es un mundo, aunque solo haya un mundo para las personas.

De todas maneras, ¿Cómo saber cual opción es mejor? ¿En base a qué podemos hacer una u otra afirmación? ¿Será mejor aquella que asegure la supervivencia, o la felicidad? ¿Aquella en la que crea la mayoría, o la minoría? El presente texto no pretende afirmar ninguna, sino ser una forma de reflexión para poder acercarnos a saber que sería mejor. O, al menos, descubrir que no sabíamos tanto como creíamos.

Isaac Asimov en su Saga de la Fundación, relata como la humanidad (en esta historia, establecida en millones de mundos a través de la Vía Láctea) ha vivido miles de años sumida en el conformismo. La ciencia y el arte se encuentran estancados; y aquellos que lo notan se convierten en pusilánimes incapaces de hacer algo por cambiar el paradigma. Y este ambiente lóbrego y llano es fruto de las acciones de R. Daneel Olivaw, quien solamente sigue las instrucciones programadas en su cerebro positrónico, miles de años atrás, cuya máxima es su Ley Cero, la cual expresa lo siguiente: “Un robot no puede causar daño a la humanidad, o permitir por inacción, que ésta sufra daño” R. Daneel siguiendo sus pensamientos lógicos, descubre que permitir la completa libertad de la personalidad humana desembocaría en guerras y muerte, y la posibilidad de supervivencia y mejoría son claramente menores a las de la reinstauración de alguna tiranía o de la aniquilación.
El conocimiento siempre será luz,
alejando la oscuridad de la ignorancia.



¿Es descabellado este razonamiento? La historia humana real ha pasado por algo muy similar. Años de oscurantismo gobernaron nuestra historia. La aparición de la ciencia, cerca de la antigua Grecia, data de las épocas en que vivieron personas ilustres tales como Demócrito, Aristarco, Eratóstenes o Pitágoras, por mencionar algunos. Varios de ellos hicieron descubrimientos asombrosos, como el heliocentrismo; o el descubrimiento de que la Luna y el Sol no eran dioses y eran meras esferas como la Tierra, solo que una (la Luna) reflejando la luz de la otra (el Sol) la cual se encontraba muy caliente. También propusieron ideas igual de brillantes, como la que afirmaba que toda materia está conformada de pequeñísimos fragmentos indivisibles, los átomos. Partiendo de ideas símiles, otros propusieron que la raza humana provenía, en realidad, de formas de vida más simples, que iban cambiando con los tiempos, y no de dioses, presentando así los primeros esbozos de la evolución, cuya teoría Darwin por fin podría demostrar como cierta, muchos siglos más tarde. Incluso se llevó a cabo el primer experimento conocido, mediante el cual pudo determinarse la duración de un año, debido a los cambios en la sombra de una simple vara que producía el sol.
¿Qué pasó con todo este conocimiento? Ninguna de estas ideas era ampliamente aceptada, contradecía enormemente a las religiones, al mito y a la costumbre. El hombre, como individuo, puede ser inteligente, pero como masas, tiene una inteligencia que la babosa superó antes del Pleistoceno.
Este conocimiento nuevo, provocaba temor. ¿Cómo podía ser posible que el Sol no fuera un dios, que renacía victorioso durante cada mañana? ¿Cómo podía ser que los números no fuesen todos racionales? ¿de qué manera podríamos haber salido nosotros de vidas “inferiores” como los gusanos? Imposible. Inaceptable. Suprimimos la gloria del conocimiento por puro temor, preferimos los cuentos y los relatos, a los hechos y las evidencias.

Los creadores de este conocimiento se fueron extinguiendo. Sus voces apagadas por el misticismo, la religión y la ignorancia. Todo esto sería redescubierto, aproximadamente dos mil años en el futuro, en la revolución de pensamiento iniciada cuando Johannes Kepler descubriera la mecánica celeste, en una hermosa historia de como pasó toda una vida persiguiendo una idea que resultó errada (la relación de las órbitas planetarias con los sólidos perfectos), y a pesar de ello, aceptar lo que estaba claro en la evidencia, aunque contradijera el trabajo de toda una vida.
Sólidos perfectos y su relación
con las órbitas, según Kepler

Friedrich Nietzsche se mostraba en contra de esta “moral de esclavos” que imponen las religiones y el misticismo. Para el, todo esto no era más que un invento para mantener a los pobres, pobres, a los ignorantes, ignorantes y que los que ostentaban el poder lo mantuvieran todo el tiempo posible.
Puede verse durante el transcurrir de la historia esta continua batalla entre aquellos que eran gobernados contra aquellos que gobernaban. Los muchos contra los pocos. Los obreros, contra los monarcas.
Frederick Bailey, un esclavo del siglo XIX, relata como se ejercía este poder de pocos contra muchos. Relata como la máxima de los dueños de esclavos, era impedirles pensar. No es desconocido que los esclavos eran ignorantes, a base de imposición. No se les debía educar, a excepción de en aquello en lo que trabajarían. No debían saber leer o escribir y debían ser incapaces de conocer cosas como que podían buscar información o que en otra parte la esclavitud estaba prohibida. Para los esclavos, el mundo debía empezar y terminar donde el amo lo decía, y siempre solía ser un mundo pequeño. Frederick Bailey logró romper el yugo, y escapó. Lo liberó su deseo de leer. Su deseo de conocer. Terminó cambiándose el nombre a Frederick Douglas, como el personaje de un libro que había leído.
Friedrich Nietzsche

Entre Nietzsche y Douglas, podemos establecer una analogía y ver como las religiones son los dueños del pueblo. Durante dos mil años fueron la base de las sociedades, sus gobernantes más impíos. ¿Por qué? Uno de sus pilares (de las religiones en general) es la imposibilidad de cuestionamiento. No puedes preguntar porqué las cosas son como son y porque pasan de esa manera. Así está dicho. Así está escrito. Y durante todo ese tiempo no hubo avance significativo en la forma de vida humana. Las diferencias entre las sociedades del siglo III y las del siglo X no son muy grandes, si las comparamos con el siglo XV y el siglo XX, o con las épocas anteriores a Demócrito y su propia época.

Richard Dawkins también nos recuerda, que hay otras formas algo más sutiles de llevar a cabo este hecho de suprimir la voluntad y la necesidad de libertad, como en el caso de la clase trabajadora de Gran Bretaña de los últimos años, donde básicamente se les dice, aunque con otras palabras, que si cesan en sus deseos egoístas, será mucho más favorable que puedan recibir recompensas futuras.
¿No es algo parecido a la recompensa del paraíso después de una vida cansada? ¿O a la recompensa de renacer en un ser vivo sumamente agraciado si has sufrido durante tu vida actual?

Todo esto, ¿no es algo parecido a lo que hace R. Daneel, en el universo de Asimov? Mantener la moral baja, los ánimos aplacados y dejarse llevar como un rebaño. Podría pensarse que esto aumenta las capacidades de supervivencia. Es cierto que en estas épocas hubo grandes guerras, pero, cuando la ocasión lo requería, los que gobernaban aceptaban incrementar su número, para asegurar al menos un poco más la prevalencia del poder entre los mismos. Las guerras solamente destruirían a los gobernados y podrían servir como limpia cuando los ánimos estuvieran agitados.

A pesar de esto, no queda claro, ¿fue algo bueno o malo? Está claro que hemos sobrevivido. No soy un mono aporreador de teclados escribiendo un artículo, o bueno, tal vez sí, pero en ocasiones veo humanos a mí alrededor y sé que han sobrevivido.

La humanidad, sin embargo, durante éstas épocas se ha alimentado de oasis, de las islas que mencionábamos al principio. Pequeños brotes de arte y ciencia, floreciendo de cuando en cuando, y muriendo. Solamente hasta la época de la Ilustración y de la Revolución Industrial, es cuando parecen, al fin, sobrevivir. Dejan de ser islas y empieza a haber caminos de tierra firme, creando, tal vez, un continente.

Estas islas, estas sociedades con sus brotes de liberación y diversidad subsecuente, han sido casi una historia aparte. Hemos mencionado la época de Demócrito y Pitágoras, y de su capacidad de obtener información en base casi puramente a la observación. A veces me da pavor ese poderío que demostraron.

En Egipto hubo otra demostración de capacidades humanas, en la época de su esplendor. La Biblioteca de Alejandría era el punto de reunión de los genios, entre los que estaban Eratóstenes, conocido, de manera algo maliciosa, como “Beta”, porque era el segundo mejor en todo lo que hacía. Esto es algo injusto, teniendo en cuenta que Eratóstenes fue el primer humano que calculó la circunferencia de la Tierra basándose en algo que observó durante el solsticio de verano. Mientras él estaba en Alejandría, durante el solsticio, pudo observar que en el mediodía,  se proyectaban sombras, mientras que el tenía el conocimiento de que 800 km al sur, en Siena, en ese mismo instante no se producía sombra alguna. El Sol, en su cénit, caía verticalmente sobre la Tierra, haciendo toda aparición de sombras inexistente. Eratóstenes, intrigado sobre esta diferencia, llegó a la conclusión de que la Tierra tenía que ser esférica, y mediante cálculos sencillos geométricos, usando la inclinación de la sombra, determinó que la diferencia entre Siena y Alejandría, expresada en grados, sería de aproximadamente 7. Sabía que había 800 kilómetros entre las ciudades, y sabía que el círculo tenía 360 grados, así que determinar la circunferencia terrestre era sencillo. La precisión fue asombrosa, teniendo en cuenta que solamente contó con sus ojos, una sombra y un ayudante para medir la distancia entre las ciudades. El resultado al que llegó fue que medía 40 mil kilómetros.

En Holanda también hubo una época interesante. En el siglo XVII, recién independizada del poderoso Imperio Español, adoptó, más que ninguna otra nación, los principios de la Ilustración.
Su sociedad, abrazando el pensamiento racional, se llenó de vigor intelectual, y la curiosidad y la creatividad pudieron desplegarse al fin. Fue época de personajes importantes: Rembrandt había logrado plasmar una maestría inigualable en la pintura barroca; Leeuwenhoek estaba descubriendo un universo dentro de una gota de agua. Un microcosmos, por así decirlo. Christiaan Huygens elaboraba su teoría ondulatoria de la luz, basado en lo que observaba en sus telescopios y en la refracción y reflexión de la luz, en clara oposición a la teoría corpuscular de Newton. Huygens también desentrañaba los movimientos de los péndulos y establecía un antecedente a la ley de la conservación de la energía, mientras fabricaba sus propios telescopios de alta calidad, los cuales le permitirían observar y definir por primera vez los anillos de Saturno, que Galileo había visto antes pero sin poder definirlos correctamente.
Christiaan Huygens
Baruch de Spinoza, así mismo, forjaba su filosofía, donde dios y la naturaleza son uno mismo, razón por la que Einstein, muchos años después, demostraría gran respeto hacia este personaje.

Y en Estados Unidos, cuando se libera de Inglaterra y se establece como nación, personajes fundadores como Thomas Jefferson, auto considerado científico, entre otros, establecieron un panorama rico y propicio, donde la libertad fue el factor principal.

En todos estos casos, se ve como la libertad del conocimiento, la libre circulación de la información precede o alienta al poderío de las naciones. Y se puede observar también la decadencia momentos después de suprimirse en parte esta libertad. La biblioteca de Alejandría fue quemada, y con ella gran parte del saber humano. Holanda a quedado relegada, casi en el olvido, en el ámbito científico y cultural. Estados Unidos está experimentando una decadencia notoria, que va de la mano con sus continuos recortes de presupuesto para investigación y desarrollo (A los ámbitos militares parece no afectarles tanto). Grecia perdió su esplendor y Roma se convirtió en protagonista indiscutible.

Claro, no podemos argüir que solamente la supresión y el aletargamiento intelectual fue lo que propicio en su totalidad estos cambios, pero es un factor importante en el desarrollo de la historia. Hasta cierto punto, es inevitable que mientras pasa el tiempo haya momentos de mayor y de menor esplendor, como si se fuera moviendo la grandeza de la genialidad en manera senoidal por el tiempo.

En estas sociedades, no había moral baja. Las personas se encontraban seguras, contentas y orgullosas de sus naciones. Tenían paz y economías estables, a pesar de las dificultades (Holanda tuvo que crear una flota de embarcaciones, sin experiencia previa, para no caer en la pobreza, por ejemplo)
Podría decirse, que no estamos totalmente contentos con la moral de rebaño, mientras que en lugares donde se da libre circulación de la información y el conocimiento, el arte, la ciencia y la cultura explotan en variedad y riqueza.
Es claro, que a pesar de todo, hay excepciones. No todas las sociedades con libertades fueron espléndidas y no todas las sociedades oprimidas fueron completamente olvidables y carentes de inteligencia, pero puede observarse hacia donde tiende la humanidad cuando se dan estas condiciones.
Todo indica que es bueno realmente permitir la libertad de ideas. Tal vez la diferencia principal radique en que, en una sociedad libre, es elección de cada quién vivir o no en la ignorancia y el misticismo, ser solamente una oveja más; o en cambio, disfrutar de todo lo que puede ofrecer el pensamiento racional, la eliminación de tabús y la proliferación total de arte.
Creo que es mejor tener la oportunidad de elegir cual de los dos estilos se adecúa más a lo que cada quien desea, que tener que soportar la elección de otros sobre uno mismo.

Tal vez Asimov llegó a una conclusión similar, pues en su relato, después de miles de años, R. Daneel comprendió que la decisión de hacia donde debía dirigirse la humanidad, si continuar en el camino del conformismo o en cambio abrirse al cambio y recobrar la libertad y los riesgos que esta conlleva, caía solamente en hombros de los humanos, y no en los de él.

En la segunda parte profundizaremos un poco más.

Fuentes: El mundo y sus demonios, El gen egoísta, Así hablaba Zaratustra, Saga de la Fundación, Cosmos: un viaje personal

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